Shanti tiene 42 años y vive en el sur de California. Le diagnosticaron carcinoma ductal en etapa 3, cáncer de mama Her-2 a principios de 2020, y comenzó sus infusiones de quimioterapia en plena pandemia de Covid-19.
Esta es la historia de Shanti
Cuando me dijeron por primera vez que tenía cáncer, como era de esperar, mi principal temor era la muerte. Pero cuando empecé a saber más sobre mi diagnóstico y el régimen de tratamiento inminente, mi miedo pasó de la muerte a la idea de perder el cabello.
Soy vicepresidenta de ventas de un gran distribuidor de servicios alimentarios al sur de California. Antes del Covid, tenía que viajar mucho, tanto por el sur de California como por todo el país. En consecuencia, tuve muchas reuniones frente a frente con otras personas.
Cuando mi equipo médico me explicó que uno de los efectos secundarios del Taxol incluía la pérdida del cabello después de aproximadamente 2 a 3 semanas de recibir las infusiones, me asusté por un par de razones. En primer lugar, perder el cabello era una señal para los demás de que estaba luchando contra el cáncer, y no quería que los compañeros de trabajo o los clientes me vieran o me trataran de forma diferente. Además, no quería experimentar el «recrecimiento del cabello por quimioterapia» durante todo un año posterior a la finalización del tratamiento con Taxol. Quería volver a la normalidad lo antes posible.
Mi tratamiento
Elegí participar en un ensayo clínico. Mi régimen preoperatorio era Taxol cada semana durante 12 ciclos, luego cada 3 semanas, tendría el Taxol, además de Herceptin y Perjeta (Pertuzumab). Como si pensar en la quimioterapia no fuera suficientemente malo, mi primera infusión fue la misma semana en que California entró en las medidas de cuarentena «safer at home» (más seguros en casa).
¿Cómo se enteró del tratamiento de enfriamiento capilar?
La primera vez que oí hablar del tratamiento fue a través de un compañero de trabajo, así que empecé a investigar distintas opciones en Internet. Dadas ciertas restricciones y limitantes de la sala de quimioterapia dentro de mi hospital, Penguin Cold Caps era la mejor opción para mí.
¿Cuál ha sido su experiencia usando Penguin Cold Caps?
Al principio fue un poco complicado. Sin embargo, mi técnico de Penguin Cold Caps, Gavin, hizo un trabajo increíble con la formación presencial. Invité a mi marido y a un auxiliar de enfermería (que me administraría las infusiones) a la capacitación para que supieran qué hacer. Cuesta más dinero, pero yo recomendaría encarecidamente hacer una demostración personal antes de empezar la quimio, para practicar y obtener información sobre las mejores prácticas.
Si dispone de recursos económicos y dependiendo de dónde viva, Penguin Cold Caps ofrece personal capacitado que le acompañarán durante toda la sesión de quimioterapia.
Una parte importante de este proceso consiste en mantener los gorros a la temperatura óptima, colocarlos y cambiarlos por usted. El régimen puede suponer un gran compromiso para su cónyuge o amigo cada día de infusión, así que pagar a otra persona para que lo haga alivia esa carga.
En cuanto a los gorros en sí, el proceso me pareció más que tolerable y no tuve problemas con el frío.
¿Cuáles fueron los resultados?
Mi cabello es fino y liso, justo por encima de los hombros. La pérdida no empezó realmente hasta la cuarta semana del tratamiento. En general, he conservado entre el 80 y el 85% de mi cabello.
¿Está contenta con los resultados?
Como tantas otras mujeres, una vez pasado el shock inicial de saber que tenía cáncer, lo que más me obsesionaba era conservar el cabello.
Penguin Cold Caps lo hizo posible para mí. No sé qué habría hecho sin ellos y estoy increíblemente agradecida de que existan. Las compañías de seguros de Estados Unidos deberían cubrirlos, ya que la salud mental a la que contribuyen no tiene precio.